¿Cuantas veces has invertido tiempo y energía en ayudar a alguien que luego hace lo que le da gana y siempre vuelve con el mismo drama?
Seguro que te ha venido alguien a la cabeza y lo más probable es que sea alguien importante para ti, lo que lo hace todavía más difícil.
Si quieres saber cómo ayudar a alguien que emocionalmente te agota, sigue leyendo.
¿Te pasa a ti también?
1. Sientes un amor odio por la misma persona.
Si no fuera por vuestros años de relación, no perderías más tiempo en consolar a esa persona, pero no hacerlo te hace sentir mal.
2. No puedes contestar espontáneamente su llamada.
Sabes que no va a ser algo de 5 minutos y hay a veces que simplemente no te apetece estar colgada al teléfono tanto tiempo.
3. Siempre pasa algo.
Si no es lo de siempre, es su trabajo, su familia, su salud… no importa lo bien que le vaya la vida, siempre verá la parte negativa.
A pesar de todo esto, sientes un exceso de responsabilidad hacía esa persona. Crees que es tu deber escucharle y aconsejarle tantas veces sea necesario, pero, emocionalmente te agota. Por mucho que indagues en el problema y le propongas soluciones siempre termina haciendo lo que le da la gana.
Consecuentemente te sientes:
1. Decepcionada
Al final no puedes evitar tomártelo como algo personal. Te rompes la cabeza por entender su situación, por ponerte en su lugar, por darle seguimiento y de pronto parece que nada de lo que dijiste tiene valor.
2. Frustrada
¿Cómo alguien que acude a ti una y otra vez y que parece estar de acuerdo con lo que dices es capaz de hacer incluso lo contrario? Has llegado a pensar que parte de lo que te cuenta lo exagera, que omite información o que incluso miente.
3. Agotada
Más que invertir tu tiempo en ayudar a alguien sientes que has perdido tu tiempo. Te enfadas contigo mismo por ser tan ingenua y te prometes que la próxima vez será diferente, pero llegado el momento… vuelves a entrar al trapo. La pena te puede, no te gusta ver sufrir a nadie que quieres.
Antes de sugerirte algunas ideas para que te liberes de la ansiedad y de la frustración que te produce ayudar a alguien que parece ignorar tus consejos, te recomiendo que interiorices lo siguiente:
1. Cada persona hace lo mejor que puede con los recursos que tiene.
Aunque para ti sea a evidente lo que esa persona debería hacer no significa que también lo sea para el otro. Cada uno de nosotros tiene una manera de ver y sentir las cosas de forma diferente según lo que nos enseñaron, lo que aprendimos y lo que vivimos. Quizás esa persona no acierte en la forma de hacer las cosas, pero al final del día su única intención es sentirse bien consigo misma.
2. Cada uno se encuentra en su propia etapa de crecimiento personal.
Por lo que unos tardarán más que tú en entender ciertas cosas y otros menos. Que alguien tenga un ritmo distinto o más lento que el tuyo no te convierte en el fuerte y al otro en el débil. Esta es solo tu percepción del tiempo. Aunque creas saber lo que es mejor para el otro, realmente no conoces su camino.
Y ahora sí. Esto es lo que deberías empezar a hacer si quieres ayudar a alguien sin que esto te agote emocionalmente:
1. Escucha un 80% y habla un 20%.
Muchas veces lo que la otra persona busca en ti es un cómplice que le dé la razón y que le haga sentir que no es responsable de lo que le sucede. Esto puede resultar fácil para el otro, pero desgastante para ti. Si escuchas más y hablas menos, automáticamente estarás pasando la “patata caliente” a la otra persona. Nadie mejor que ella sabe lo que realmente quiere y necesita y esta técnica es la mejor invitación para que empiece a mirar hacia dentro.
2. Limita tu frustración con un “Si esto es lo que quieres, lo respeto”.
Si sientes que la otra persona lo único que hace es justificar su comportamiento, no inviertas más tiempo en debatir o llevarle la contraria. Frases como la siguiente te ayudarán a mantenerte al margen: Si esto es lo que quieres y crees que te hará sentir bien, lo respeto. Aunque lo veas venir, hay personas que necesitan tocar fondo para hacer cambios profundos en su vida. Dale tiempo, tarde o temprano volverá con otra perspectiva.
3. Destina espacios de tiempo definidos para esa persona.
Si hablar con esta persona te consume gran parte de tu energía y tiempo, planea y reserva con antelación un espacio de tiempo exclusivo para esa persona. Puede parecerte un poco frívolo, pero realmente tienes que ponerte primero y mantener tu equilibrio emocional.
4. Compártele el contacto de un profesional, no solo se lo sugieras.
Si ya no sabes cómo ayudar a esa persona o simplemente sientes que la situación te supera infórmate sobre algún especialista que pueda ayudarle. No te limites únicamente a sugerirle que visite a un profesional, compártele algo más que eso: Su contacto, su sitio web, alguna publicación…aunque no lo use en ese momento, lo registrará en su memoria como una opción más.
Recuerda
1. No pienses solo en ti, pero si primero.
La ayuda sana es un acompañamiento que se ofrece a la otra persona hasta el punto donde uno elija y pueda.
2. Por mucho que lo intentes, ni tu ni nadie puede hacer feliz a alguien que no puede ser feliz por sí mismo.
No eras la salvadora de nadie. Más allá de asumir las responsabilidades del otro hay que facilitar que la otra persona las asuma.